Isabel González fue una activista puertorriqueña que sentó las bases y allanó el camino para que los puertorriqueños obtuvieran la ciudadanía estadounidense. Cuando llegó a Nueva York en busca de trabajo para mantener a sus hijos en Puerto Rico, fue deportada bajo el pretexto de ser una "inmigrante extranjera" y de que "probablemente se convertiría en una carga pública" (lo que significa que se asumió que dependía de la asistencia del gobierno) por el Departamento del Tesoro de Estados Unidos, específicamente por el comisionado de inmigración William Williams. Se negó a rendirse y demandó al gobierno estadounidense en el histórico caso Gonzales contra Williams, donde argumentó que, dado que Puerto Rico es un territorio anexado a Estados Unidos, todos los puertorriqueños son ciudadanos y no deben ser detenidos, deportados, etiquetados como inmigrantes extranjeros ni se les debe negar la entrada a Estados Unidos. Su caso ante la Corte Suprema fue la primera vez en la historia estadounidense en que la corte, y el público, abordaron la ciudadanía de las personas dentro de los territorios anexados por Estados Unidos. Incluso después del caso en la Corte Suprema, González continuó abogando por la ciudadanía puertorriqueña y por una mejor imagen pública de los puertorriqueños escribiendo cartas publicadas en el New York Times, expresando que los puertorriqueños eran maltratados y engañados para que no obtuvieran su ciudadanía española, lo que hacía necesario que Estados Unidos pusiera fin al ciclo de maltrato y otorgara a los puertorriqueños la ciudadanía estadounidense.
Isabel González no solo impulsó el movimiento de ciudadanía y liberación puertorriqueña, sino que también luchó por la humanidad de los inmigrantes hispanos y los pueblos colonizados en todo Estados Unidos. Inspiró, y sigue inspirando, a muchos a seguir su camino y luchar por un futuro mejor y una mejor representación de la comunidad inmigrante en su conjunto.